Nicolo Paganini fue el gran violinista de su época y probablemente de todas las épocas: un virtuoso de quien se decía que había recibido su técnica del mismo diablo. Al margen de la leyenda, lo cierto es que su influencia fue decisiva y que los Caprichos (Caprices for Solo Violin) que este disco reúne son su obra maestra. Todos los grandes violinistas los han grabado y Rachel Barton Pine no podía ser menos. Con su reconocida maestría, la violinista de Chicago traduce esta música impecablemente y añade, además, las variaciones Nel cuor più non mi sento y las más peculiares aún sobre Dios defiende Nueva Zelanda (God Defend New Zeland).