Los inquietantes pero seductores sonidos que recorren su tercer álbum están inspirados en las resonancias magnéticas a las que se sometió tras sufrir una hemorragia cerebral en 2007. La voz tenue y sensual de Gainsbourg encuentra un complemento perfecto en la producción de Beck, que combina el pop barroco de los 60 con electrónica actual. Las canciones de IRM van de la oscura ferocidad de “Heaven Can Wait” a la delicadeza folk de “Time of the Assassins” y el brillo angelical de “Vanities”.