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Novela: ISBN-13: 9788413260365
Editorial: Books on Demand
https://www.bod.com.es/libreria/esperanza-en-tanger-enrique-sancho-bisquerra-9788413260365
35 Capitulos
Este es un libro que conecta dos siglos y a una familia que vivió en una ciudad mágica. Esta es una historia novelada de la ciudad compuesta por capítulos cortos en formato de diálogo entre Esperanza Chappory y el autor, Enrique Sancho.

Esperanza en Tanger enrique sancho

    • Arts

Novela: ISBN-13: 9788413260365
Editorial: Books on Demand
https://www.bod.com.es/libreria/esperanza-en-tanger-enrique-sancho-bisquerra-9788413260365
35 Capitulos
Este es un libro que conecta dos siglos y a una familia que vivió en una ciudad mágica. Esta es una historia novelada de la ciudad compuesta por capítulos cortos en formato de diálogo entre Esperanza Chappory y el autor, Enrique Sancho.

    Capitulo 10 Esperanza en Tanger

    Capitulo 10 Esperanza en Tanger

    CAPÍTULO 10
    HTTPS://SANC19.WIXSITE.COM/MYSITE-2

    [Esperanza]

    A principios de 1900, Mariano me pintó, pero como no le gustó como quedó, pintó encima unos claveles, que en su opinión definen no solo el olor y el color de la naturaleza sino también la perfección de la flor y de sus hojas.

    Viendo la foto del cuadro se aprecian mi figura y mi sonrisa, sabiendo que me iba a borrar. Esto lo digo sabiendo que la realidad de mi figura y mucho menos la de mi sonrisa no se pueden ver, ya que me borró, pero me gusta verme detrás de una flor.

    Mariano, te doy las gracias por mantenerme para siempre y que nunca se me vea con los ojos cerrados. Las figuras en los azulejos de la pared son mensajes de personas que nos invitan a descubrir, y yo, de momento, veo que en unos de ellos el doctor Marchena nos dice claramente que no solo fue el médico de los pobres, salvó la vida de muchas personas, y concretamente de una bebé que solo cuando fue mayor supo de su existencia; también curó de una caída de bicicleta a un sobrino nieto mío que muchos años después se casó, no en Tánger, sino en Israel.

    Ver todo esto requiere mucha imaginación y, sobre todo, creer en lo increíble. Me explico: leer una novela en donde las personas que describo y con las que hablo existieron y muchas de ellas aún existen; pero la imaginación nos hacer creer que lo que pasó, sabiendo que es ficción, fue real.

    Me gustan los mensajes que Enrique escribe basándose en mis cartas, ya que lee mi pensamiento y entiende lo que me hubiera gustado ver, no solo lo relacionado con la desaparición de Villa Eugenia, no solo la irreparable desaparición de los balnearios, no solo —y más importante— la desaparición de la mayoría de las personas, que se fueron cerrando los ojos.

    Todo, absolutamente todo, está reflejado en los claveles y los azulejos de la pared. Como me he puesto triste y melancólica termino el capítulo con esa sonrisa que no se ve, pero que estoy segura de que la perciben todos ustedes y todos vosotros. Solo una frase más: cuando vean un clavel piensen en la ciudad que tanto han amado, en este caso me refiero a todas las ciudades, no solo Tánger.

    HTTPS://SANC19.WIXSITE.COM/MYSITE-2

    • 2 min
    8 Capitulo 8 Esperanza en Tanger

    8 Capitulo 8 Esperanza en Tanger

    https://www.bod.com.es/libreria/esperanza-en-tanger-enrique-sancho-bisquerra-9788413260365

    [Esperanza]
    Enero del 2018. Tengo miedo solo al recordar lo que me pasó hace unos pocos días: salí de Villa Eugenia, crucé el bulevar para ir al banco, y al darme la vuelta vi como mi casa empezaba a desaparecer surgiendo en su lugar un inmenso inmueble de más de siete plantas. De la entrada principal empezaron a salir caminando lentamente personas que me eran bien conocidas, y justo cuando pisaban la acera cerraban los ojos, niños, como Pelusa, Cristina y Riqui. Entre los que mantenían los ojos abiertos estaban Curry López Arriba y muchos de los hermanos Inza, pero las personas mayores, sin excepción, cerraban los ojos; me refiero a Carmen Camuñas, Luis Dotto, Juan Hontoria, el abogado Palma, Paco y Amalia Simancas, Irene Russi, Ramón Peyra, el doctor Marchena, el doctor Sirvent, Vicente Jorro y muchas más personas con las que tuve relación en el pasado. Las últimas personas que vi saliendo fueron mi hermana Eugenia y su hijo, Manuel Chappory; a Mariano no lo vi salir, y de hecho hace un rato estuve con él paseando y recibiendo ánimos para que se me pasase el miedo que todavía tenía.

    Año 1952. A continuación, relato un día de febrero, de mi hermana Eugenia; lo copio casi literalmente de su diario, del cual solo han quedado algunos cuadernos y hojas sueltas; una pena, pues durante más de 60 años escribía cada día al menos un par de páginas: 
    «Febrero. Martes 19. A las 8 estábamos todavía durmiendo, cuando sonó el teléfono; era mi nuera. Conchita (Bisquerra), que nos participaba que había tenido un niño esta madrugada, G.a D. estaban los dos muy bien y estuvo hablando conmigo y con Manolo un buen rato. Manolo se lo participó a quien iba a ser su madrina —Marigu—. Volvimos a la cama y nos levantamos tarde; yo me levanté a darle la medicina a mi hijo Luis M. Más tarde pusimos dos conferencias: una a Granada y la otra a Madrid. Había un retraso de más de dos horas; al final hablamos con las titas de Granada, pero como no daban la de Madrid y Manolo le había prometido a Boris (Mozarovsky) que lo llevaría a Tetuán para que su mujer —Charito— cogiera el avión, dijo Luis M. que lo acompañaría él. Estuve hablando con Carmen Saadeh y con Carmen Ballesteros. Fuimos mi sobrina Conchita y yo al dentista a pie, y luego visitamos algunas tiendas. Cuando volvimos a casa todavía no habían dado la conferencia con Madrid a pesar de que la habíamos reclamado varias veces».

    Así eran los días de mi hermana, con pequeños sobresaltos, pero una vida muy ordenada, pasase lo que pasase.

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    • 3 min
    9 Capitulo 9 Esperanza en Tanger

    9 Capitulo 9 Esperanza en Tanger

    [Esperanza]
    Año 1961: Mi primer viaje a Venezuela; llego a Maiquetía en un súperavión de los llamados «de propulsión a chorro», 4 motores y cientos de pasajeros muy bien atendidos por el personal de Viasa, línea aérea bandera del país. Mi primer shock fue ver una autopista en donde la velocidad de los coches era tremenda. Me quede solo un día en Caracas, en donde mis paisanos tienen buenos negocios. Me cuentan que un tangerino fundó una fábrica de pañales, que fue tan famosa que se convirtió en el nombre genérico., me refiero a Mami.

    Viajar por la costa y llegar a Puerto La Cruz con parada en Barcelona fue algo mas que agradable, pues los descansos en puestos de bebidas y comida te hace el viaje sumamente placentero. Nunca olvidaré las arepitas, el sancocho, y tantos y tantos platos sabrosos. Los jugos de frutas son inigualables, frescos y de fuerte sabor. En Puerto la Cruz conocí a la familia Sol, de origen español y a la familia Bisquerra-Amorós, parientes de los Chappory, que han estado con nosotros en Tánger.

    Como no hablo de política, no menciono quién gobernaba; pero lo que si noto es que hay dinero, comida y niños bien alimentados y mucho calor. Mis viajes no son turísticos, aunque no evito esos lugares, disfruto de viajar para ver y conocer, y volver a ver a mi gente, a los amigos y a los amigos de mis amigos; cualquier trabalenguas con la palabra amigo suena bien. Tengo en mente volver en el año 2019 pero ya veré si vuelvo o no.

    [Enrique]

    Mis siestas. No me creo que una tercera parte de nuestra vida nos la pasemos durmiendo, quizás en la cama, pero no dormidos. Siesta por obligación, olor a las impecables sábanas secadas al sol frente a los eucaliptos, la pared a escasos diez centímetros de mis ojos, muy abiertos, tan abiertos que todavía me duelen. Seguir a una hormiga con la mirada durante una hora y media requiere de una gran destreza visual y manual; manual al tener que hacer de pared con un dedo para que la hormiga no se escape. Si en aquella época hubiesen existido los juegos electrónicos habría sido todo un campeón. Al levantarme de la siesta no podía presumir de mis éxitos, quizás por ello ahora presumo de los que no debería contar. La obligación en Tánger de que los niños, y no tan niños, hicieran la siesta conseguía que el descanso obligado nos mantuviese más activos.

    • 2 min
    Capitulo 8 Esperanza en Tanger

    Capitulo 8 Esperanza en Tanger

    [Esperanza]
    Enero del 2018. Tengo miedo solo al recordar lo que me pasó hace unos pocos días: salí de Villa Eugenia, crucé el bulevar para ir al banco, y al darme la vuelta vi como mi casa empezaba a desaparecer surgiendo en su lugar un inmenso inmueble de más de siete plantas. De la entrada principal empezaron a salir caminando lentamente personas que me eran bien conocidas, y justo cuando pisaban la acera cerraban los ojos, niños, como Pelusa, Cristina y Riqui. Entre los que mantenían los ojos abiertos estaban Curry López Arriba y muchos de los hermanos Inza, pero las personas mayores, sin excepción, cerraban los ojos; me refiero a Carmen Camuñas, Luis Dotto, Juan Hontoria, el abogado Palma, Paco y Amalia Simancas, Irene Russi, Ramón Peyra, el doctor Marchena, el doctor Sirvent, Vicente Jorro y muchas más personas con las que tuve relación en el pasado. Las últimas personas que vi saliendo fueron mi hermana Eugenia y su hijo, Manuel Chappory; a Mariano no lo vi salir, y de hecho hace un rato estuve con él paseando y recibiendo ánimos para que se me pasase el miedo que todavía tenía.

    Año 1952. A continuación, relato un día de febrero, de mi hermana Eugenia; lo copio casi literalmente de su diario, del cual solo han quedado algunos cuadernos y hojas sueltas; una pena, pues durante más de 60 años escribía cada día al menos un par de páginas: 
    «Febrero. Martes 19. A las 8 estábamos todavía durmiendo, cuando sonó el teléfono; era mi nuera. Conchita (Bisquerra), que nos participaba que había tenido un niño esta madrugada, G.a D. estaban los dos muy bien y estuvo hablando conmigo y con Manolo un buen rato. Manolo se lo participó a quien iba a ser su madrina —Marigu—. Volvimos a la cama y nos levantamos tarde; yo me levanté a darle la medicina a mi hijo Luis M. Más tarde pusimos dos conferencias: una a Granada y la otra a Madrid. Había un retraso de más de dos horas; al final hablamos con las titas de Granada, pero como no daban la de Madrid y Manolo le había prometido a Boris (Mozarovsky) que lo llevaría a Tetuán para que su mujer —Charito— cogiera el avión, dijo Luis M. que lo acompañaría él. Estuve hablando con Carmen Saadeh y con Carmen Ballesteros. Fuimos mi sobrina Conchita y yo al dentista a pie, y luego visitamos algunas tiendas. Cuando volvimos a casa todavía no habían dado la conferencia con Madrid a pesar de que la habíamos reclamado varias veces».

    Así eran los días de mi hermana, con pequeños sobresaltos, pero una vida muy ordenada, pasase lo que pasase.

    • 3 min
    Capitulo 7 Esperanza en Tanger

    Capitulo 7 Esperanza en Tanger

    [Esperanza]

    Hablar de comer en Tánger no es solo alimentarse, es sobre todo disfrutar de las tradiciones en una bandeja para ser servida en una mesa con la familia sentada alrededor, y según el día de la semana, también con velas.

    Todas las recetas son únicas, pero entremezcladas según los diferentes países de procedencia. Estoy a la espera de hablar con Enrique, que me ha dicho que durante la mañana me dará una receta que Simita Levy le va a dictar; naturalmente hablo de la adafina, posiblemente el antecesor del cocido de los miércoles en Madrid, aunque la adafina es comida de los sábados sefardíes, puesta a cocinar el viernes por la noche. Es un plato muy completo; tiene todos los ingredientes precisos para que la digestión sea suave y tengas hambre al poco tiempo: cordero, garbanzos, aceite de oliva, huevos, cebolla, patatas, ajo, pimienta, canela, clavo y una pizca de comino, en fin lo dicho, digestión sin problemas, y el preludio de una buena siesta.

    Típico de Marruecos (plato bereber) es el cuscús (o alcuzcuz), quizás el plato más antiguo que sigue vivo en nuestra era. Me llama la atención no solo sus componentes, sino que en algunas familias lo sirven con azúcar a un lado para que quien lo desee la espolvoree sobre la sémola, entiendo que a muchos de los lectores se les haga la boca agua.

    Del centro de Europa y Rusia los platos son de kilocalorías (no de calorías a secas), como por ejemplo el gulash de Hungría que es para comer cuando fuera de la casa hace muchos grados bajo cero y la nieve te invita a no salir y a calentarte con un buen plato de ese sabroso guiso de ternera. En Tánger se disfruta en invierno cuando no hay nieve, pero llueve mucho.

    [Enrique]

    Con el permiso de Alberto Gómez Font (lingüista y corregidor/corrector de esta novela) copio de su libro «Cócteles tangerinos de ayer y de hoy» uno de los cócteles que, en mi opinión, mejor refleja la unión del Atlántico con el Mediterráneo. Su nombre no puede ser otro que el de Cóctel cabo Espartel. Y su composición es la siguiente: 2 partes de whisky, ½ parte de jugo de limón, dátiles deshuesados y hierbabuena En el vaso de la coctelera de plata se introducen tres dátiles, cuatro o cinco hojitas de hierbabuena, el jugo de medio limón, y se machaca todo con la parte plana de la cucharilla mezcladora, añadir 3 copas de whisky, agitar la coctelera llena de hielo, y servir en copas de cócktail congeladas, con un dátil y una hojita de hierbabuena dentro.

    • 3 min
    Esperanza en Tanger Capitulo 6

    Esperanza en Tanger Capitulo 6

    www.esperanzaentanger.es

    CAPÍTULO 6
    [Esperanza]
    1982. La preparación de mi primer viaje a Israel no es sencilla, ya que mi primer intento, en el año 48, fue un tremendo fracaso. En aquella ocasión viajé a Gibraltar en el transbordador; todo iba bien, de hecho, me encontré con varios conocidos que también viajaban a Israel, ahora bien, no solo no tenía visado para entrar en el nuevo país sino que además viajaba con pasaporte inglés, en resumen, de forma no muy amable no me dejaron subir al barco que vía Chipre me habría llevado hasta Haifa.

    Hoy es diferente: primero vuelo a Madrid, desde el aeródromo de Tánger. Por la ventanilla del avión veo nítidamente a mi querido Gibraltar mientras recuerdo la leyenda de que mientras haya monos en el peñón, este seguirá siendo colonia británica y sus habitantes tendrán esa nacionalidad; como prefiero no hablar de política, lo dejo como mera leyenda que, por cierto, me gusta. Siempre llevo en mi bolso y en mi corazón la postal que Mariano me escribió desde Gibraltar en el año 1903.

    Aterrizar en Madrid me trae muchos y bellos recuerdos, decenas de tangerinos que se instalaron en la capital y que solamente se trajeron de Tánger sus recuerdos, sueños y sobre todo el amor que transmiten a sus hijos y nietos, ese amor que siempre sale a relucir en cualquier conversación en la que se menciona la palabra Tánger.

    Llego al hotel en plena Gran Vía, justo al lado de la tienda de Emergui, llena de las figuras de Lladró (alguien me comentó que es la tienda que más vende estas porcelanas en toda España). Sigo mi paseo y naturalmente meriendo unas tortitas con nata y chocolate en la cafetería Morrison (Morice y Sonia) de otro tangerino (me siento agradablemente rodeada de paisanos, gente de mi ciudad). Tengo mi primer encuentro, aunque él no me ve, con Alberto Gómez Font, lingüista y corregidor —el diría corrector— de esta novela; decir que me llamó la atención su cuidado vestir y sobre todo su perfecto bigote es obvio, pero verlo de cerca sin que él pueda verme a mí me hace sentir no vergüenza, pero sí algo de bienestar que no debería confundirse con placer, aunque aquí miento un poco.

    Llego al aeropuerto muy temprano, con mi pasaporte, mi billete, y una postal en la mano. Al policía de la aduana le doy la postal y con una sonrisa me dice que prefiere el pasaporte y el billete. Pasar el control de policía en Tel Aviv fue sencillo aunque al agente le sorprendió que cuando me preguntó a quién iba a ver le contestara enumerándole los más de 20 nombres de conocidos que vería en mi viaje. Un taxi me esperaba en la puerta de salida con un sonriente Quique (a partir de ahora Enrique). La vez anterior que lo vi no tenía más de 5 años, una mañana de playa, en el balneario de los Hoteles Asociados, en Tánger; ahora con su barba, gafas de sol pantalones cortos y sandalias me parecía casi casi israelí. Ir a donde él vivía me parecía no un sueño pero sí algo de otro mundo; ir unos días a un kibutz, visitar Jerusalén, y la Haifa que no visité en el 48, y muchos, muchos otros lugares.

    [Enrique]

    Las dos primeras preguntas fueron directas; la primera la contesté sin problema, pero para la segunda todavía no tengo respuesta. ¿Que es un kibutz? ¿Por qué te has venido a vivir a un kibutz? Después fueron preguntas tipo metralleta y tercer grado.

    [Esperanza]

    Ver Jerusalén con un guía profesional, requisito de Enrique, es viajar al pasado y al futuro sin parada en el presente; me explico: ver los lugares que siempre han sido habitados sin discontinuidad, ver y tocar el muro de las lamentaciones, es el pasado; cuando lo tocas y pones tu papelito entre las piedras con tu deseo estás en el futuro; el presente no existe. En mi próxima carta a Enrique le pediré que no deje en el tintero las respuestas que me debe.

    www.esperanzaentanger.es

    • 4 min

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