Mozart escribió sus tres últimas sinfonías en apenas unos meses antes de cumplir 33 años. Cada una de ellas es un milagro musical de ambición operística, repleto de melodías de una evocadora complejidad que están entre las más memorables del compositor. Estilísticamente, avanzan a marchas forzadas hacia el romanticismo de Beethoven, con emociones poderosas y una amplia variedad de colores orquestales. Las versiones del conjunto Appassionato, que reúne a algunos de los mejores músicos de cámara de Francia, tienen un aire dramático en el que cada frase está exquisitamente articulada. El trágico primer movimiento de la Sinfonía n.º 40 (Symphony No. 40) mantiene un impulso inexorable, con un Andante de formas maravillosamente definidas. Y el grandioso final de la extraordinaria “Jupiter” es pura adrenalina.