Producido por una lista de colaboradores que será la envidia de todos los aspirantes al trono, el séptimo álbum de Drake es un viaje fascinante por las influencias más diversas: desde los ritmos Hi-Life y el aire africano de “Madiba Riddim” hasta la imparable colaboración con Kanye West en “Glow” o la hipnótica flauta de “Portland”. Los momentos más bailables están dominados por el grime y el dancehall de última generación (Giggs y Skepta participan en un par de cortes), pero también hay medios tiempos y baladas que vuelven a situar a Drake como un maestro del R&B más sofisticadamente romántico.