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![Royal Blood](/assets/artwork/1x1.gif)
Como muchos duos de rock que le precedieron, Royal Blood crea un sonido mucho mayor que la suma de sus partes. En su debut homónimo, Mike Kerr y Ben Thatcher han parido una fórmula pesada y sin complejos que combina riffs cortantes con ritmos de pegada atómica. Jimmy Page, Arctic Monkeys y Yannis Philippakis de Foal ya son fans. Pertrechado tras un arsenal de pedales y amplificadores, Kerr toca el bajo como si se tratase de una guitarra de seis cuerdas, una decisión creativa que da un aire de continua amenaza a Royal Blood. En “Out of the Black”, la sobresaliente canción que abre el álbum, la batería sísmica de Thatcher recuerda a Dave Grohl por su fuerza y precisión. La voz y la guitarra de Kerr, colosales, recuerdan a la teatralidad de masas de Matthew Bellamy en Muse. Entre los chirridos y graznidos de “Careless” y “Figure It Out”, Kerr conjura la guitarra raída y belicosa de Jack White, mitad de un dúo legendario. Sean cuales sean sus puntos de referencia, el ataque de Royal Blood es despiadadamente directo.